jueves, 21 de mayo de 2015

CAPITULO XXXII  **** la colonieria ****


Bueno, no os asombréis, ha pasado tiempo y no he escrito las vivencias que hemos ido viviendo, hemos de salir a la calle a vender, estudiar para adaptarnos al nuevo oficio y atender y escuchar problemas, aunque somos muchas solo tenemos un cuerpo, y media mente , así que bueno andamos un poco entretenidas, lástima que no contando dinero sólo, o despachando. La mayoría del tiempo miramos pasar de largo a la gente, algunas veces con prisa otras, la mayoría hablando con el móvil. Y me doy cuenta de la soledad del dependiente, que ve discurrir la vida, sin poder nadar por sus aguas, esperando  ver entrar a tu telaraña, alguien aunque sea a preguntar dónde se renueva el carnet....

Tengo que actualizar tambien las técnicas de ventas, vendiendo  sin molestar y repartiendo además olores de felicidad. Es difícil cuando mamá osa solo llora en un rincón con la única esperanza que le toque la primitiva.


PROS: Alfonso mi cliente que me visita casi todas las tardes, algunas veces pidiendo piruletas bautizó la tienda como colonieria, nombre que le va a la perfección.  He de decir que tiene ocho años y su madre trabaja al lado nuestra.

CONTRA: Vino un señor con necrosis en la espalda, un poco mayor y un poco mal de la cabeza, además de mandarlo al médico, no pude hacer otra cosa que darle jabón de alepo, para que se lavara.

PROS. Vienen dos clientes, hermanos, a mal traer, uno cuida del hermano yonqui, y exconvicto, le vendimos colonia  en un tarro pequeño, los tratamos con respeto, pese a que fueran mal encarados y sospechosos.... A las dos semanas vino uno con la madre que me hizo una compra grande.... Lección 1.... toda persona es un cliente en potencia hay que tratarlo con educación pese a que me espantaran a tres glamurosas adineradas que me  tuvieron media hora entretenida y no me compraron nada, y que tras varias semanas ni han vuelto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario