CAPITULO XXXII **** la colonieria ****
Bueno, no os asombréis, ha pasado tiempo y no he escrito las vivencias que hemos ido viviendo, hemos de salir a la calle a vender, estudiar para adaptarnos al nuevo oficio y atender y escuchar problemas, aunque somos muchas solo tenemos un cuerpo, y media mente , así que bueno andamos un poco entretenidas, lástima que no contando dinero sólo, o despachando. La mayoría del tiempo miramos pasar de largo a la gente, algunas veces con prisa otras, la mayoría hablando con el móvil. Y me doy cuenta de la soledad del dependiente, que ve discurrir la vida, sin poder nadar por sus aguas, esperando ver entrar a tu telaraña, alguien aunque sea a preguntar dónde se renueva el carnet....
Tengo que actualizar tambien las técnicas de ventas, vendiendo sin molestar y repartiendo además olores de felicidad. Es difícil cuando mamá osa solo llora en un rincón con la única esperanza que le toque la primitiva.
PROS: Alfonso mi cliente que me visita casi todas las tardes, algunas veces pidiendo piruletas bautizó la tienda como colonieria, nombre que le va a la perfección. He de decir que tiene ocho años y su madre trabaja al lado nuestra.
CONTRA: Vino un señor con necrosis en la espalda, un poco mayor y un poco mal de la cabeza, además de mandarlo al médico, no pude hacer otra cosa que darle jabón de alepo, para que se lavara.
PROS. Vienen dos clientes, hermanos, a mal traer, uno cuida del hermano yonqui, y exconvicto, le vendimos colonia en un tarro pequeño, los tratamos con respeto, pese a que fueran mal encarados y sospechosos.... A las dos semanas vino uno con la madre que me hizo una compra grande.... Lección 1.... toda persona es un cliente en potencia hay que tratarlo con educación pese a que me espantaran a tres glamurosas adineradas que me tuvieron media hora entretenida y no me compraron nada, y que tras varias semanas ni han vuelto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario